20 enero 2009

Barack Obama: el primer gran político del siglo XXI

Hoy Barack Obama asume la responsabilidad de ser la persona más poderosa del mundo.

Lo hace tras liderar una revolución del siglo XXI en su país (y que ha rozado, como todo lo que allí se origina –desde sus posiciones político-económicas de sus guerras teledirigidas a la crisis financiera- a todo el mundo) y llega para enfrentándose a la peor situación que ha tenido que asumir un presidente estadounidense en décadas.

Dentro de un año muchos pedirán su cabeza. Serán los mismos que habrán pasado esos doce meses poniéndole obstáculos para impedir que lleve a cabo sus ideales y proyectos. ¿Alguien es capaz de imaginar cómo estaría el mundo dentro de cuatro años si el que fuera nombrado 44º presidente de los EE.UU. fuera hoy George W. Bush*?

Obviamente, el mundo actual tiene unas reglas de hierro muy difícilmente modificables, pero ¿no es éste el momento histórico preciso que requiere una persona que pueda cambiar el mundo de verdad? Yes. Obama, Can you change it?


El más terrible de los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza perdida.

Federico García Lorca


*Sobre Bush, tan solo comentar la idea que han tenido un grupo de españoles al crear la web www.bushbyebyeparty.com que ha permitido que estas últimas horas se estén celebrando simultáneamente en todo el mundo más de 1.200 fiestas para festejar la última noche del actual presidente como líder de su país. Claro ejemplo de la relación y posibilidades de futuro en el binomio Internet-jóvenes que tan bien ha sabido utilizar Obama.

16 enero 2009

Vergüenza II

No salgo de mi asombro. Es aún más duro: no puedo entenderlo. No nací ayer, y está claro cómo funciona el mundo. Pero sigo sin entenderlo. ¿Hay un país que puede realizar un GENOCIDIO ante la inoperancia y falta de actitud del resto de los países que se hacen llamar "civilizados?

¿Todavía sigue habiendo sociedades que son capaces de defender la causa israelí ante tal semejanza de falta de humanidad? No sé si me producen más repugnancia los cargos que apoyan abiertamente a Israel (como siempre, nuestro querido George W. Bush y, en este caso, la mujer más poderosa del planeta, nuestra no menos querida Angela Merkel) o todos los que no son capaces de actuar en consecuencia ante un genocidio de esta magnitud.


Se nos llena la boca de alagarnos todos por haber conseguido una sociedad tan "perfecta" en la que vivimos. En la que teniendo un coche y un piso (teniéndolo el banco, digo) y una sociedad "democrática" hemos superado aquellos tiempos oscuros en los que personajes de la talla de Hitler y Stalin consiguieron algo que ahora es imposible. El mundo no ha cambiado tanto. Recomiendo encarecidamente a todo el que quiera la película alemana "La Ola". Magnífica. Hitler se llama Bernard Madoff.

La violencia es el último recurso del incompetente.
Isaac Asimov


08 enero 2009

Con morir no pagan

Aznar dice que Obama es un "exotismo histórico" y Bush un "gran estadista".

Pero todo, desde su negacionismo al cambio climático a su oposición egoísta y ególatra en contra de Rajoy, el líder del que fue (pero ya no dirige, habría que recordarle) su partido queda claro con otra perla que ha dejado últimamente y que muestra a las claras su forma de pensar: "es más fácil llegar al poder que dejarlo".

Cuando el hombre se mira mucho a sí mismo, llega a no saber cuál es su cara y cuál es su careta.
Pío Baroja

30 diciembre 2008

Vergüenza

Fácil, sencillo, conciso. Vergüenza. Revuelto en el estómago con ganas de vomitar. De vomitárselo encima a los abanderados de la libertad. Vomitárselo encima de las mesas de esos despachos desde donde dirigen el destino de todos y dejan que un país aniquile a otro (igual que en su día hicieron con ellos) sin que les de vergüenza no hacer nada.

Vergüenza de líderes mundiales.

Vergüenza de estado israelí.

Vergüenza de mundo.

¿Vergüenza? de Obama (el "change" puede empezar por aquí).

11 noviembre 2008

Matanza de almas

Desde hace algún tiempo un escalofrío me recorre el cuerpo cuando a mi cerebro le da por repetir una visión que cada vez veo con más nitidez: Esperanza Aguirre presidenta del Gobierno. Lo veo. Tras una legislatura “dura”, con Rajoy movido por el dúo Acebes-Zaplana, ahora viene otra “blanda”, con Mariano aconsejado por Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal. Como esto de la crisis puede salir dentro de tres años (próximas elecciones) por cualquier lado, si Zapatero consiguiera otra victoria, el lado más duro del PP acabaría con el actual presidente (si no acaban antes con él las elecciones europeas, gallegas, vascas y catalanas). Teniendo en cuenta que la pareja político-mediática más fuerte que he visto en muchos años –Federico Jiménez Losantos y Pedro J. Ramírez- no iba a dejar que Gallardón tuviera opciones, veo a Esperanza Aguirre como líder popular (qué ironía de palabras unidas). Y no os cuento lo que veo después en las elecciones generales para evitaros los sudores fríos con los que me despierto algunas mañanas.

Y sería Aguirre y su política. La misma que la da éxito tras éxito en la Comunidad de Madrid. La misma que provoca cuatro años de enfados ciudadanos y una victoria con veinte puntos de ventaja sobre el PSOE el día de las elecciones autonómicas. La misma que privatiza la Sanidad, los polideportivos y dentro de poco –no es una hipérbole- la cultura (cobrar por sacar un libro de la biblioteca). La misma que todos sabéis. La misma que ha hecho que estalle una crisis que pagamos todos.


La guerra por Cajamadrid

Contaba el antiguo director de ABC, José Antonio Zarzalejos, en una entrevista reciente que nunca había visto a nadie con las formas y los métodos para presionar y conseguir sus objetivos como Esperanza Aguirre. Y es para creérselo, él ha estado en medio de la guerra internapost-Aznar de la derecha española durante la primera legislatura de Zapatero. He decidido hoy que escribiría sobre el tema oyendo la radio volviendo del trabajo: contaban la noticia de la guerra abierta dentro del PP madrileño (con los dos líderes de futuro “calentando” en la capital para el asalto definitivo) por la continuidad o no de Miguel Blesa como presidente de Cajamadrid. Gallardón está a favor, pero Aguirre tiene otros planes, no quiere a Blesa y ya se encarga ella de buscar un candidato. Yo, como soy tan ignorante, creí que los líderes políticos cuya filosofía económica es el “liberalismo” estaban en contra de la intervención de los poderes públicos en las empresas privadas…

Hoy he oído a uno de los dos –según mi modesto punto de vista- mejores periodistas de opinión actuales, el filósofo Josep Ramoneda, hablar sobre un trabajo de un profesor de Chicago: encuestas con la pregunta “¿cuántas personas de confianza conoce usted?” Hace más de veinte años (en la época de Ronald Reagan) la respuesta más repetida era “en tres”. Hoy, muchos años después, y tras 20 años de gobiernos neoliberales en EE.UU. (ocho años de Reagan, cuatro de George H. W. Bush -más conocido como “Bush padre”- y otros ocho del todavía presidente Bush) la contestación más común era “ninguna”. Así, como bien decía Ramoneda, “el éxito de la revolución mal llamada neoliberal ha estado a punto de reducir a la sociedad a una suma de individuos en lucha a muerte entre ellos”. Matanza de almas.

03 noviembre 2008

Bush es Historia

Mañana son las elecciones de EE.UU. ¡Por fin! Por fin, porque las campañas “made in USA” acaban cansando un poco (Obama lleva entre luchas contra Hillary y John un añito de portadas); pero sobre todo por fin porque mañana se terminará el mandato de George Walker Bush, un presidente que dentro de poco será “historia”. Y lo será porque ya no gobernará, pero también es ya “Historia”, con mayúscula.

Y lo es porque muy difícil tiene que ser que alguno de los 42 presidentes que le han precedido en el cargo se haya ganado un currículum como el suyo. No es que lo diga yo, ya le defiende otro que va camino de convertir Italia en un país subdesarrollado. Berlusconi: “La Historia demostrará que Bush ha sido un magnífico presidente”. No hay más que decir.

¿Y porqué pasará a la Historia? Un repaso rápido. El exgobernador de Texas alcanzó la presidencia en el 2000, tras un “pucherazo” en Florida (Estado gobernado por entonces por otro cerebro de la familia Bush) que dejó en evidencia a “la democracia más antigua del mundo”. Por favor, después del mandato de su padre, el suyo, el de su hermano –como gobernador de Florida-,… el mundo sólo espera que su querida hija Jenna no se dedique también a la política. ¿Igual le hubiera venido mejor al planeta que Al Gore ganara aquellas elecciones? Igual. Incluso me atrevo a decir que fue una lástima que el ahora candidato, McCain, perdiera las primarias del Partido Republicano en 2000.

Menos de un año después, unos islamistas con unos aviones prestados le interrumpen la lectura de un clásico infantil en el mayor ataque a EE.UU. (los “yankis” los han hecho peores, desde Hiroshima y Nagasaki le cogieron el gustillo y no lo han soltado), y a él sólo se le ocurrió un buen eslogan de marketing político sin ideas claras: declarar “la guerra contra el terror”.

Miento, sí había un objetivo claro en esta misión: detener a Osama Bin Laden. En ello andan. Pero a grandes males, grandes soluciones. ¿Qué mejor que saltarse toda la legalidad internacional y cualquier resquicio que tenga que ver con los Derechos Humanos? Eso debieron pensar (porque si algo ha quedado claro es que no ha existido otro perfil más claro de “político títere” al son de las instrucciones de los neocons) sus amigos Cheney y compañía cuando crearon la que para mí es la imagen que debe permanecer en el recuerdo de su legado: Guantánamo.


El despotismo continúa: Iraq

Para completar los cuatro años de mandato más vergonzosos de la Historia, en 2003 –con colaboraciones inestimables- decidió pasar por alto cualquier mínimo de dignidad e invadir (y destrozar) un país de más de 25 millones de ciudadanos. Además del objetivo principal que todos conocemos basado en la obtención (casi gratuita) de petróleo, lo que a mi más me llamó la atención es saber que Dick Cheney tenía una empresa que se dedicaba a producir “todo tipo de alimentos y demás útiles necesarios por los soldados para tiempos de guerra”. ¿A quién se le ocurriría crear una empresa así? Pues es obvio, a alguien que pueda decidir movilizar a cientos de miles de soldados que necesitarán los productos de tu empresa e incrementar tus beneficios en miles de puntos porcentuales.

Pero lo más bonito de esta historia llega en 2004. Al igual que ocurrió en España, que en las elecciones de 2004 –menos de un año después de la invasión de Iraq- ya casi nadie se acordaba de que se odiaba a Aznar y al PP por haber llevado a España a una guerra que nadie quería (lamentablemente, lo tuvieron que recordar en Atocha), en EE.UU. Bush no tuvo problemas para ser reelegido.


Un legado para los próximos años: crisis

Así siguió gobernando el mundo. Es cierto que era imposible superar el nivel de su primera legislatura, por lo que decidió dejar un legado aún más importante para la Historia, sin obviar que el resto del mundo se siguiera acordando de él. Los ultraliberales decidieron qué hacer con la economía del país, y a costa de forzar al máximo la concepción del capitalismo, Bush se va dejando a su país en una crisis que no existía en los últimos 80 años.

Menos mal que encontró una solución: cumbre financiera mundial para reformular el sistema capitalista. Eso sí, que no se diga que no “pinto” nada, y yo decido a quien invitar (aunque para esa fecha ya sólo esté esperando a que mi sucesor tome el cargo). Si toda la diplomacia mundial me está pidiendo que un país como España acuda (por motivos ya no sólo de potencialidad económica, sino por haber sido el único país que ha demostrado tener un sistema financiero estable –con esto nos quieren decir que aquí los bancos nos han explotado a todos, pero todavía podemos seguir pagándolos-), él recuerda que Zapatero le retiró las tropas de Iraq. Y es cierto que el presidente del Gobierno ha tenido una política diplomática demasiado “juvenil”, apoyando públicamente a los candidatos que en Alemania, Francia, Italia o EE.UU. le gustaría que ganasen, en lugar de esperar. Pero también es cierto que, al menos para mí, si tengo que estar orgulloso de algo que Zapatero haya hecho en estos años, es ser claro en su postura de oposición a un presidente de la talla de Bush.

El último rumor en la sede de la ONU es que muchos países van a pedir en la próxima reunión del G-20 que se supriman organizaciones como Alcohólicos Anónimos, para evitar que borrachos de la calaña de George tengan la posibilidad de masacrar un planeta entero en sólo ocho años.

Mirando al futuro, sólo espero que realmente Obama sea –como dice su eslogan- el “Change We Need”, y que McCain se vaya a freír patatas. Y si al final éste cambia sus congelados por el liderazgo político mundial, que se vayan apuntando a la cola del paro tantos cientos de cerebritos y trabajadores de empresas de sondeos y encuestas que habrían hecho el peor trabajo que se recuerda… exceptuando el de su presidente durante estos últimos ocho años.

La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados

Groucho Marx


29 octubre 2008

Una foto: del cielo al infierno

La deshumanización en la que llevamos ya demasiados años sumergidos los “ciudadanos del mundo” es uno de los principales problemas –y la gran causa- de la mayoría de las desastres actuales. No hace mucho, podíamos ver en los telediarios como un motorista yacía tirado en el centro de Tel Aviv tras sufrir un accidente, mientras las cámaras de tráfico nos mostraban como durante diez minutos ningún conductor paró su vehículo para socorrerle, sino que se limitaban a esquivar el “bulto” cual objeto peligroso en mitad de la calle. Hoy me gustaría contar una historia acaecida hace 15 años, pero cuya complejidad emocional y conflicto interno son imperecederos.


Kevin Carter era un joven fotógrafo sudafricano que pasó, en tres meses, de conseguir el premio Pulitzer por una de sus fotografías, a suicidarse por el dilema moral que ella le supuso. Carter nació en 1960, y pronto se dio cuenta de que ser un hombre blanco en la Sudáfrica del apartheid era algo similar a ser un jeque árabe en algún país de Oriente Medio en el que la pobreza y el fanatismo son cotidianos. Pudiendo llevar la cómoda vida que le correspondía, él buscó en el periodismo gráfico la vía para movilizar a los acomodados cerebros occidentales y a la opinión pública internacional. Mostraba la crudeza de la situación de su país, la violencia desmedida, el horror de cada esquina, la lucha fraticida, etc. Carter acudía todos los días a primera hora de la madrugada a la zona de conflicto, arriesgando su vida para poder tomar esa instantánea. ¿Has visto alguna vez un asesinato? Yo no –y lo agradezco, evidentemente-. Imagino que a muy pocos de vosotros os ha pasado, pero sí somos todos capaces de imaginar lo que debe suponer vivir una imagen así. No será fácil de borrar de nuestros cerebros. La complejidad de la mente humana es tal, que si tu vida consiste en ver escenas de semejante dramatismo diariamente, es necesario crear un armazón para tu alma, y poder seguir así con tus objetivos –que en el caso de Carter era sensibilizar al mundo- observando esas imágenes diariamente. Conformar esta armadura es necesario, pero deshumaniza. Un periodista compañero suyo lo explica: La cámara funciona como una barrera que lo protege a uno del miedo y del horror, e incluso de la compasión.


Y después, ¿ayudaste a la niña?

En 1993, Carter se tomó unas vacacaciones. Marchó a Sudán, y allí es donde fotografió la imagen. Una niña famélica, arrodillada en el suelo sin poder moverse a causa del hambre. Un buitre, impasible y frío, esperando la muerte de su objetivo. Y al otro lado –se puede hablar de simetría en el posicionamiento- otro buitre, éste con cámara de fotos, también esperando. Atento e inmóvil estuvo Carter durante veinte minutos en busca de que el ave abriera sus alas y tomar la instantánea de su vida. Una foto que tuviera tanta fuerza como para movilizar conciencias en busca de solución a problemas como el hambre. Pero el buitre no se acercó a la niña, y Carter se fue.
La foto fue portada de The New York Times, y en abril de 1994 le comunicaron que había ganado el Pulitzer. Además, el conflicto entre sus compatriotas por el que había luchado toda su vida se había solucionado: la guerra en Sudáfrica concluyo, Nelson Mandela era presidente y la justicia se abría camino entre las pistolas. Todo parecía perfecto, pero a Carter le desapareció el armazón que protegía su alma, y aquella niña sudanesa no le permitía vivir. En esta época, incrementó su ya importante dependencia de las drogas, y, siempre, en cada rincón, le hacían la misma pregunta: “Y después, ¿ayudaste a la niña?”.

“Es la foto más importante de mi carrera, pero no estoy orgulloso de ella. No quiero ni verla. La odio”. Son sus palabras tras el Pulitzer. En julio de 1994, y con sólo 33 años, cuando lo tenía todo, su vida ya no tenía sentido. Cogió su coche, fue a la orilla de un río en el que jugaba cuando era niño (cuando palabras como muerte, apartheid o hambre no ocupaban su mente), e inhalando monóxido de carbono por fin consiguió serenar su conciencia. Kevin Carter, una foto: del cielo al infierno. ¿Dónde crees que está pasando la eternidad: en el cielo o en el infierno?


El hombre siempre muere antes de haber nacido por completo.

Erich Fromm