Mañana son las
elecciones de EE.UU. ¡Por fin! Por fin, porque las campañas “made in USA” acaban cansando un poco (
Obama lleva entre luchas contra
Hillary y John un añito de portadas); pero sobre todo por fin porque mañana se terminará el mandato de
George Walker Bush, un presidente que dentro de poco será “historia”. Y lo será porque ya no gobernará, pero también es ya “Historia”, con mayúscula.
Y lo es porque muy difícil tiene que ser que alguno de los 42 presidentes que le han precedido en el cargo se haya ganado un currículum como el suyo. No es que lo diga yo, ya le defiende otro que va camino de convertir Italia en un país subdesarrollado. Berlusconi: “La Historia demostrará que Bush ha sido un magnífico presidente”. No hay más que decir.
¿Y porqué pasará a la Historia? Un repaso rápido. El exgobernador de Texas alcanzó la presidencia en el 2000, tras un “pucherazo” en Florida (Estado gobernado por entonces por otro cerebro de la familia Bush) que dejó en evidencia a “la democracia más antigua del mundo”. Por favor, después del mandato de su padre, el suyo, el de su hermano –como gobernador de Florida-,… el mundo sólo espera que su querida hija Jenna no se dedique también a la política. ¿Igual le hubiera venido mejor al planeta que Al Gore ganara aquellas elecciones? Igual. Incluso me atrevo a decir que fue una lástima que el ahora candidato, McCain, perdiera las primarias del Partido Republicano en 2000.
Menos de un año después, unos islamistas con unos aviones prestados le interrumpen la lectura de un clásico infantil en el mayor ataque a EE.UU. (los “yankis” los han hecho peores, desde Hiroshima y Nagasaki le cogieron el gustillo y no lo han soltado), y a él sólo se le ocurrió un buen eslogan de marketing político sin ideas claras: declarar “la guerra contra el terror”.
Miento, sí había un objetivo claro en esta misión: detener a Osama Bin Laden. En ello andan. Pero a grandes males, grandes soluciones. ¿Qué mejor que saltarse toda la legalidad internacional y cualquier resquicio que tenga que ver con los Derechos Humanos? Eso debieron pensar (porque si algo ha quedado claro es que no ha existido otro perfil más claro de “político títere” al son de las instrucciones de los neocons) sus amigos Cheney y compañía cuando crearon la que para mí es la imagen que debe permanecer en el recuerdo de su legado: Guantánamo.
El despotismo continúa: Iraq
Para completar los cuatro años de mandato más vergonzosos de la Historia, en 2003 –con colaboraciones inestimables- decidió pasar por alto cualquier mínimo de dignidad e invadir (y destrozar) un país de más de 25 millones de ciudadanos. Además del objetivo principal que todos conocemos basado en la obtención (casi gratuita) de petróleo, lo que a mi más me llamó la atención es saber que Dick Cheney tenía una empresa que se dedicaba a producir “todo tipo de alimentos y demás útiles necesarios por los soldados para tiempos de guerra”. ¿A quién se le ocurriría crear una empresa así? Pues es obvio, a alguien que pueda decidir movilizar a cientos de miles de soldados que necesitarán los productos de tu empresa e incrementar tus beneficios en miles de puntos porcentuales.
Pero lo más bonito de esta historia llega en 2004. Al igual que ocurrió en España, que en las elecciones de 2004 –menos de un año después de la invasión de Iraq- ya casi nadie se acordaba de que se odiaba a Aznar y al PP por haber llevado a España a una guerra que nadie quería (lamentablemente, lo tuvieron que recordar en Atocha), en EE.UU. Bush no tuvo problemas para ser reelegido.
Un legado para los próximos años: crisis
Así siguió gobernando el mundo. Es cierto que era imposible superar el nivel de su primera legislatura, por lo que decidió dejar un legado aún más importante para la Historia, sin obviar que el resto del mundo se siguiera acordando de él. Los ultraliberales decidieron qué hacer con la economía del país, y a costa de forzar al máximo la concepción del capitalismo, Bush se va dejando a su país en una crisis que no existía en los últimos 80 años.
Menos mal que encontró una solución: cumbre financiera mundial para reformular el sistema capitalista. Eso sí, que no se diga que no “pinto” nada, y yo decido a quien invitar (aunque para esa fecha ya sólo esté esperando a que mi sucesor tome el cargo). Si toda la diplomacia mundial me está pidiendo que un país como España acuda (por motivos ya no sólo de potencialidad económica, sino por haber sido el único país que ha demostrado tener un sistema financiero estable –con esto nos quieren decir que aquí los bancos nos han explotado a todos, pero todavía podemos seguir pagándolos-), él recuerda que Zapatero le retiró las tropas de Iraq. Y es cierto que el presidente del Gobierno ha tenido una política diplomática demasiado “juvenil”, apoyando públicamente a los candidatos que en Alemania, Francia, Italia o EE.UU. le gustaría que ganasen, en lugar de esperar. Pero también es cierto que, al menos para mí, si tengo que estar orgulloso de algo que Zapatero haya hecho en estos años, es ser claro en su postura de oposición a un presidente de la talla de Bush.
El último rumor en la sede de la ONU es que muchos países van a pedir en la próxima reunión del G-20 que se supriman organizaciones como Alcohólicos Anónimos, para evitar que borrachos de la calaña de George tengan la posibilidad de masacrar un planeta entero en sólo ocho años.
Mirando al futuro, sólo espero que realmente Obama sea –como dice su eslogan- el “Change We Need”, y que McCain se vaya a freír patatas. Y si al final éste cambia sus congelados por el liderazgo político mundial, que se vayan apuntando a la cola del paro tantos cientos de cerebritos y trabajadores de empresas de sondeos y encuestas que habrían hecho el peor trabajo que se recuerda… exceptuando el de su presidente durante estos últimos ocho años.
La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados
Groucho Marx